sábado, mayo 07, 2011

El agua de Pare de sufrir..

Es en verdad milagrosa.

Haces buches con ella y se te quita tu voz toda jodida y te deja un vozarrón que, por pura reverberancia, hace que a las mujeres sientan cosquillitas ahí mero.

Te lavas los pies como hizo con el Cristo una de las tantas Marías de Magdala y se te acaban los hongos, el pie de atleta y los callos, juanetes y demás deformidades de tus garras. Que Unesia ni que la fregada.

Si tienes poca agudeza visual también te la puedes echar a los ojos, osea no te a curar milagrosamente; sólo vas a ver más allá de lo evidente. Como la espada del Augurio pues.. (Thunder.. thunder.. thundercats.. Hoooo!)

Si por alguna razón o por azares del destino, te encuentras con un Alien (mejor escribo Xenomorfo pa no confundir) y lo hieres; ya vez que te avienta ácido porque así es su modo de defensa capaz de atravesar hasta la armadura de un Predator, en chinga te echas el agua de Tlacote, digo de la Iglesia Universal y no sólo deja de corroerte las entrañas sino que te reconstruye tu carne. Es tan cabrona que si la echas a la cara (sin albur), es capaz de quemarlo a él. Me cae!

Su poder de disolución es tan cabrón, que es capaz de que pon poca cantidad, limpiar tus tenis de una mega untada de popó de perro de esas que no se quitan ni arrastrando el pie, ni en el pastito, ni pisando un charco con agua.

Si la hubiera llevado el padre Merrin del Exorcista, no solamente hubiera sacado en friega al nemonio de la niña, sino que se hubiera hincado diciendo: usté perdone, patroncito.

Si el padre que bautizó a María Félix le hubiera echado una gotitas en su agua de bautizo, cuando hubiera crecido nunca hubiera sido tan mamona y tal vez la única Doña mexicana que conoceríamos sería Doña Florinda. Es más, hasta le hubieran cambiado el nombre por María Desamparada; pinches novelas del dos con sus nombres tan cagados.

Y luego le sigo porque ya me anda.. de sueño.

Ah! por último.. si le hubieran untado tantita al Toriiiito (hijo de Pepe el Toro), no sólo se hubiera curado de las quemaduras, sino que nos hubiera regalado una escena con Pedro Infante diciéndo todo asustado: aijo de su pinche madre!

No maaa.. me la acabo de contar solito..


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