jueves, septiembre 22, 2005

Como no hay mucho que contar

Y como maese Guffo se puso nostálgico hablemos de mascotas.

Bien.

Bueno mejor hablo del Bobby, que fue el más leal y uno de los más queridos en la familia.

La llegada de ese perro fue algo singular. Andaba yo por el centro de Venado en la tarde-noche (cosa que hacía para estar un ratón sentado comiendo en la plaza o escuchando a los compas) y me dirigí hacia mi casa.

Queda por demás decirlo pero my house queda de bajada ya de venida (osease?) y pues se avanza rápido a pesar de estar algo retirada.

Bien pues casi a la mitad vi un perro pero chingón, creo que raza Samoyedo y una pareja como que lo llamaba. Yo me dije a mi mismo: Orales ta chido el perro! Pero pensaba que era de ellos.

Sorpresa la mía fue que no les hizo mucho caso y que venía algo retirado siguiéndome a mí. Y neta no quería que me siguiese.

Y ya cerca del Fresno de la Cruz Verde (así se llama la capilla del barrio.. y raro.. es verde la Cruz, edá?) me bajé de la carretera para despistarlo y que siguiera su camino. Pos ándale, como corría agua por la acequia pues había que brincar para pasarla, y sopas que me resbalo y cuaz! Che ranazo!

En eso veo que el Bobby ya estaba a mi lado y me empezó a lamer la cara el condenado. Pos así que mejor me lo llevé a la house al chido.

Bien, obviamente ya al llegar a casa me metí al cuarto y él se quedó afuera; grande fue la sorpresa mía al encontrarlo ahí en la mañana y más la de mi padre al verlo.. a quién se lo volaste? - No pues me fue siguiendo - Oye pero es perra! – A caray cierto..(no se le veían las pilas) Mas luego ya vimos que sí era macho, nomás que estaba castrado.

Se volvió el conse de la familia porque era muy juguetón y muy cariñoso. Eso sí, algo cobarde porque le sacatiaba a los otros perros, y escapaba con una agilidad y movimientos que dejaban pasmados a los broncosos chuchos (Órales!, éste es el Neo de los perros), neta tu decías ya se lo chingaron y buscaba un huequito arriba de un maguey y cuaz! saltaba en giro, caía, esquivaba al otro que estaba al lado y se iba a la casa corriendo; y yo quedaba igual de boquiabierto que la jauría. (Ay guuuüey!)

Era un perro muy fiel, aguantaba vara y era algo entendido, uy! pero sacatón para los cohetes como él solo, se escondía en el cuarto que estuviese abierto en épocas navideñas y de fiesta en el barrio.

Como yo tuve que mudarme a la capital y él se quedó acompañando a mis padres. A mi jefe lo seguía mucho a las cercanías donde iba de visita. Y se puede decir que se hizo su mascota y era apreciado por mi señor padre.

Una vez lo envenenaron y se salvó de puro milagro porque no le hizo efecto el veneno porque lo hicieron vomitar; desde entonces no le agradaba el pollo.

A pesar de no tener.. tenía el ladrido muy ronco, podía no dejar dormir en la noche si se le antojaba andar ladrando, era el Juan Ferrara de los perros pues.

Desafortunadamente y como costumbre que tienen los ches vecinos, volvieron a echar veneno y ésta vez sí murió. En una de las llamadas mi padre me comunicó el suceso.

No podía creerlo, había perdido un gran amigo. Tampoco podía creer que alguien le tuviese coraje porque ni se metía con nadie y no andaba robando huevos o matando gallinas.

Quisimos mucho al Bobby, tanto que no hemos tenido un perro desde entonces.

Algún día nos volveremos a encontrar amigo y volveremos a jugar juntos....


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